Odio... odio saberme tan débil,
moldear mis raices es una tierra ajena,
doblegar mis alas y bajar la guardia,
el amanecer llama, rie, corre,
quiero manchar de sangre mis manos,
recrear cada instante de la historia,
sudar como otros lo hicieron, sin temer...
Sin embargo, bajo la mirada,
y me quedo errante,
a lo lejos se escuchan las pisadas,
palabras sin sonido
sonidos sin lugar...
Odio quedarme en el intento,
como balada de invierno,
redimiendo los fantasmas
y sangrando sin cesar.
La adicción me hace su presa,
no es posible regresar...
miércoles, 26 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario