sábado, 15 de agosto de 2009

¿Miedo?

… De pronto sueño que voy volando y todos los miedos desaparecen… hasta que en un instante, el ambiente se torna frío, miedo poco a poco me hace su presa, se ha convertido en pavor… helar la sangre joven… y el objeto que crea una serie de reacciones insospechadas se encuentra a una distancia no menor a los 5 centímetros…
Mi respiración se hace cada vez más rápida, de cada uno de mis poros sale el sudor con el cual los nervios me bañan, no dejo de jugar con mis manos, es la única manera de sentirme a salvo… debo distraerme, no pensar más en ese ser que me quita el sueño. Estoy aterrado… el simple hecho de pensar en ello hace que cada uno de los vellos de mi cuerpo se erice… no lo entiendo…

¿Qué hacer? Hago de cuenta que no se encuentra presente… y simplemente lo omito… o que otra solución encontrar… cualquier método que sirva para quitar su imagen de mis neuronas será eternamente agradecido… Primero… debo dejar de sudar, ahora esperar un rato a que la taquicardia baje… lentamente… que sístole y diástole regresen a su acostumbrado ritmo… Sé que la gente me observa, a lo lejos escucho a un pequeño decir… —¿mamá que le pasa, porqué se pone así… mami tengo miedo?—

El ruido provocado por su cuerpo aun causa en mí ser un gran estruendo, mis manos aún tiemblan, mis rodillas no responden a la orden de emprender la huida… el tictac del reloj se escucha cada vez más fuerte, la intensidad va incrementando con cada vuelta de la maquinaria. Y comienzo nuevamente a sudar, mis manos tiemblan, las tareas más pequeñas se convierten en un universo insospechado… el pavor me hace su presa… veo el reloj y han pasado 2 minutos desde que me percaté de su presencia… cada uno de mis sentidos se alteró…

Todo ha pasado ya… de pronto comienzo a leer un cuento de Fredric Brown donde se describe mi situación…”Era, como cualquier fobia, un asunto totalmente incontrolable por su mente consciente. Podía decirse y se decía a sí mismo, del mismo modo que lo hacían sus preocupados amigos, que no tenía ningún motivo para temer a un minino inocuo. Por supuesto, los gatos podían arañar, y a veces lo hacían, pero en modo alguno eran tan potencialmente peligrosos como los perros. Incluso un perro pequeño, aunque juguetón, puede arrancar bastante dolorosamente un trozo considerable de epidermis, y un perro grande puede resultar mortal.

El felino se ha marchado, ahora nos separan más de 5 centímetros… vuelvo a dormir… en el aire se escuchan las palabras… el pavor ha de helar la sangre joven… “

No hay comentarios: