miércoles, 2 de septiembre de 2009

... cravible...

De pronto abrió la puerta, ella entró falretda, guaripondia, falzamera. Él la observaba. Los zambérpanos los rodeaban. El calimastro seguía su feruso. Por fin él habló...todo parecía irotréble... ella falretda... falretda, dambitiaz. ¡El frío recorría todo su ser! ¿que galcfecía ahora?

Cómo mencionaria ante todos lo adencipto, jalofastoleo de su glicamico gelaceo. Él intentó calmarla... "jicafo leozena, leozena" repetía incansable. Algeco... indicó ella... Aldecó... él simplemente fizarwina sheronte lejan difusorire sin titubear...

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