viernes, 22 de junio de 2012

Drácula y Vlad Tepes


"There are mysteries which men can only guess at,which age by age they may solve only in part."


Busca internarnos en ese ambiente de tragedia y de locura del cual no podemos escapar; quedando atrapados ante el drama que encierra cada situación. Es nuestra guía en un mundo desesperante, donde la lucha del hombre contra sí mismo y contra la naturaleza se torna una pesadilla hostil, inaccesible, pero a la vez fascinante y conmovedora. Eso es lo que hace Bram Stoker en Drácula.


La semilla de éste ser nocturno la encontramos en Vlad Drăculea, mejor conocido como Vlad Tepes, príncipe de Valaquia. Él hizo empalar a la mayoría de los sajones de una ciudad transilvana que se había alzado en su contra. A continuación organizó un festín. En el centro de este bosque de empalados aullantes, frente a la tarima donde un verdugo descuartizaba lentamente a los cabecillas de la sublevación y sus familias. La peculiar celebración duró hasta muy entrada la noche. Para iluminarse, Vlad y su ejército prendieron fuego a la ciudad ante los ojos de sus agonizantes ciudadanos. Dracula sirve para entender un aspecto importante del siglo XIX, el vampiro es el conocimiento de la mente humana los temores encarnados, miedos e inseguridades, pues no se atreve a sacarlos de otra forma.

No necesitamos pruebas, ¡No pedimos a nadie que nos crea! Este niño sabrá algún día lo valerosa y galante que fue su madre. Ya conoce su dulzura y sus cariñosos cuidados; más tarde comprenderá que unos hombres la amaron tanto, que se atrevieron a todo por ella.

Jonathan Harker



Recrear al mito parece cosa sencilla, mezclarlo con los miedos de la época nos da como resultado al vampiro como monstruo, como enfermo, como figura literaria. La estructura de la novela nos acerca a poco a poco a los personajes, sabemos que se dice de él, nunca lo vemos. Juga con nuestra mente y siguiendo la tradición sólo accede si es invitado. Como un parasito recurre a una interacción biológica entre dos organismos. En la cual uno de ellos consigue la mayor parte del beneficio de una relación estrecha con otro. Entonces comprenderemos que en este relato se establece una relación simbiótica y parasitaria a la vez. Un proceso por el cual se amplía su capacidad de supervivencia utilizando a otros para que cubran sus necesidades básicas y vitales, que no tienen porque referirse necesariamente a cuestiones nutricionales. Las especies explotadas no obtienen un beneficio por los servicios prestados, y se ven perjudicadas por la relación, viendo menoscabada su viabilidad.


La época victoriana tenía sed de vigor, de corrección, de dignidad y aspiraba a la estabilidad moral humana de manera que el romanticismo, los sentimientos, las emociones, es decir, las aventuras, no provocaban sino desconfianza y desprecio. El buen burgués soñaba con el orden absoluto, con una sociedad donde las emociones y los sentimientos debían ocultarse.

Para la ciencia médica del siglo XIX, la causa sociológica, es decir, la ideología sintetizada en una serie de hábitos, costumbres, comportamientos individuales y sociales, resulta invisible. Más aún, si se considera que los mismos médicos practican los principios que forman parte de su vida diaria. Los esposos, como pilares del funcionamiento de la sociedad en que viven, no tan fácilmente pueden detectar en ellos el origen inmediato de la enfermedad. O, si se quiere, la comodidad que ofrecen estas costumbres al facilitar y garantizar la interacción entre los miembros de una sociedad y su subsistencia raras veces se pone en duda. El entorno social con sus reglas, principios e instituciones acolchona, adormece o sirve de silenciador para todo tipo de rebeldía: los obreros en las fábricas, la mujer en el hogar, para mencionar sólo algunos casos.


Editorial Cátedra describe a Drácula como un clásico porque cuenta algo que puede suceder dondequiera que haya seres humanos: el miedo a la muerte y a los muertos, el sueño de la inmortalidad, la dialéctica psicológica y sexual de nuestro interior entre el dominio y sentimiento, entre el deseo de herir a los que amamos y ser heridos por ellos.


We are in Transylvania,
and Transylvania is not England.
Our ways are not your ways, and there
shall be to you many strange things…


No hay comentarios: