sábado, 10 de octubre de 2009

Sueño Dirigido

Si te vas, que tu sendero no te lleve
Al encuentro infinito con la estrella,
Si te vas, sólo espero que tus alas maduren
Y regreses a casa.

Entregó su alma,
su sangre se convirtió en tinta
Por ello escribe… para ver si un día al fin lo comprendemos.

Llego a casa. Junto al ventanal encuentro un pequeño cuadernillo. Con curiosidad tomo el objeto que ha logrado llamar mi atención. Grafía a grafía el enigmático relato logra recrear imágenes que han sido cuidadosamente seleccionadas. A simple vista es un par de hojas que ha ido tomando forma bajo cualquier nombre en algún lugar del planeta.

Has nacido un 10 de octubre de 1983, en algún hospital de la Ciudad de México. Conforme creces escuchas… Cómete tus verduras, no rayes las paredes, recoge tu cuarto, no toques, haz tus tareas, no brinques en la cama, estate quieta, no tires el agua, amárrate las agujetas, no le contestes a tus maestros, ya no leas esos libros, no llegues tan tarde… Los médicos indican que por el momento eres una niña sana, eso nos da gusto, pasan los años y cuando ingresas a secundaria esa situación cambia, de la noche a la mañana te encuentras en un mundo desconocido y las indicaciones regresan… cómete tus verduras, no comas sal, tómate tus medicamentos, dialízate… No entiendes en que momento todo se derrumbó, qué sucedió mientras paseabas por la Tierra Media, te estremecía la muerte del Príncipe danés, no logras completar esa imagen, no te interesa, sólo quieres respuestas… te sientes atrapada entre esas cuatro paredes y escribes, no puedes dejar de hacerlo, ahora la tinta es tu aire y el papel tu alimento… entre tus apuntes encontramos esta pequeña anotación.
¿Dónde están los árboles entre los que disfrutabas un día de primavera? Crees que eso ha quedado atrás ahora tu paisaje lo conforman bolsas de diálisis, mesas, monitores, tripies y metricets.

Tus amigos del colegio te abandonan, aprendes a subsistir en un eco de fantasías, Córtazar, Quiroga, Monterroso, Borges,… entre muchos más se convierten en tus confidentes. A ellos les confías aquellas lágrimas que contienes cuando la familia se encuentra cerca. Anhelas despertar. Sigues tu camino, los resultados de laboratorio empeoran cada vez más. Sigues sin comprenderlo… no importa en algún momento te resignarás. Las manecillas no se detienen y no lo harán.
21 de septiembre de 2001. A lo lejos sientes el frío del quirófano… ahora no sabes nada de ti, pasan varias horas, recuperas el conocimiento, no puedes hablar, no quieres hacerlo, un halo de tranquilidad te invade, vuelves a dormir. Poco a poco recuperas la energía y esperanza perdidas.

Vayamos más adelante ¿te parece? Ahora tienes 26 años, has regresado a la escuela, conoces gente nueva, el miedo sigue latente pero no importa, has de seguir, lo que inició como un hobbie, pasó por terapia, se convirtió en adicción, ahora es tu forma de vida.

Dejas las hojas junto al ventanal, donde las encontraste, las imágenes te parecen inquietantes, decides hacerlo a un lado e ir descubriendo tu día a día, quizá en algún momento regreses y decidas leer más pues lleva entre sus alas los fragmentos de este sueño...

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