lunes, 15 de septiembre de 2008

... RedruM!!!


No puedo recordar con exactitud lo sucedido esa noche. A mi mente llegan imágenes distorsionadas por las luces de los autos, había un gran letrero que me atraía en demasía… Me pregunta qué decía ¿y cómo quiere que me acuerde?... apenas puedo tener una vaga remembranza de cómo es que llegue hasta aquí y quiere que me acuerde de lo sucedido. Sé que llegue por que un señor alto, con una gabardina negra me tomó en sus brazos cual bulto… sé que usted debe interrogarme, por que lo ha estado haciendo desde que abrí los ojos. Tengo sueño, el cansancio me hace su presa. ¿Podría dormir un poco?
Cierro los ojos, mi mente es un remolino de imágenes, señales de transito por doquier, semáforos, árboles, la luz intermitente del faro de los coches y de pronto me invade el olor de la sangre… en ocasiones lo disfruto, otras lo desdeño cual basura, pero ahora me inquieta, ¿¡dónde se encuentra Eloisa? Venía sentada a mi lado, yo lo sé. Eloisa es mi compañera, estudió literatura y ahora busca editorial, perdón si no había hablado de ella, vivimos juntos, es la persona con quien deseo pasar el resto de mi vida…
Sólo quiero una taza de café para continuar escribiendo, dicen que la cafeína es buena consejera… esta será una historia sobre… mmm… talvez una joven subida en uno de los puentes de ésta calle, se encontraba una joven de cabello corto, tez clara y ojos de un verde muy intenso. Le gustaba la filosofía, literatura, historia y últimamente la teología, lo que más se podía notar era la inmensa melancolía que habitaba en su alma. Comenzó a moverse con el paso pesado y la mirada turbia, cruzó la calle y caminó dos cuadras. Todo carecía de sentido, como si en un cierto modo, el tiempo se hubiera detenido fuera de ella.
…Las memorias la obligaron a llorar, secó sus ojos con el suéter a rayas que llevaba puesto y al llegar al puente se sentó en el barandal. Miró al cielo, ya era de noche, la osa mayor se encontraba justo sobre su cabeza. Escuchó el murmullo de la vida, los coches a lo lejos, las luces de los faroles, las errantes nubes, el aullar de los perros. La vida, esa vida que seguía, que seguiría aun sin ella. Sacó de su bolso un lápiz labial, un delineador y una polvera…
Despierto… todo el cuarto se encuentra como si el paso de los días no hubiese tenido efecto en ellos y otra vez escucho su voz atormentándome… ¿disfrutó al hacerlo?, o es que un escritor no tiene memoria… y comienza a reconstruir la imagen… cada palabra corresponde a una fotografía, una niña, un señor, el camión en el que subí hace una semana, el edificio donde me hospedaba… de pronto atrae mi atención una de tantas imágenes… una calle… la luz de un faro, el grafiti aun fresco…
-¡Y me vas a decir que aun no recuerdas nada!... vamos confiesa de una buena vez, así todos podremos descansar…- me grita aquella voz que me ha estado interrumpiendo mi sueño. -¿Puedo hacer una llamada? Me animo a preguntar, debo llamar a Eloisa, ella se preocupara si ve que no llego… son las 9 de la noche, debe estar inquieta… - Esta bien… sólo por esta ocasión… - tomó el teléfono, me encuentro tan débil que casi cae al piso… - ¿Bueno. Eloisa?- del otro lado escucho su voz, pareciera que no me reconoce… -¿Bueno, bueno, bueno. Quién habla? Por favor, deje de molestar…- y cuelga…
El ruido de los autos llena el lugar, el interrogatorio sigue por horas… de pronto todo se hace más claro, mis manos, su cuello… ella iba a dejarme… se encontraba cansada, lo sé… mi manía por escribir… mi mal genio…la aparición de Rocío… todo se juntó… Discutimos… solíamos hacerlo… cerró la puerta del departamento, ve esa imagen… sí esa… la del edificio con los escalones roídos. Cada grieta describe como ha pasado el tiempo; al cruzarla, todo parece igual a como estuvo un día anterior; pero los muebles, las paredes verdes y mugrientas, los grandes ventanales, las cortinas con sus figuras multiformes… todo traía a mi mente su imagen…
Sus palabras fueron mortales, cuídate… nos vemos, yo ya no soporto más esta situación… cerró la puerta y yo corrí tras ella… la calle fue testigo del momento en que minuto a minuto su vida la iba abandonando, quedó lánguida, siempre fue delgada… y observo la foto en la cual aparece… siempre tan llena de vida siempre tan fugaz… yo debía acompañarla… por eso junto a mí encontraron las últimas palabras… inventadas en un momento de locura, no era lo que yo sentía pero, debía dejar un rastro para que no fuésemos molestados… para que a ella no la culparan de nada…